Respecto a su historia, podríamos considerar el siglo XVII como la edad del nacimiento del gemelo como tal. Existen indicios de su uso antes, pero de una manera muy minoritaria. Su aparición fue por motivos prácticos, los cuales vamos a ver a continuación. 

Los hombres han usado camisas desde el descubrimiento de la tela tejida hace miles de años. Las camisas, al ser de un material suave, protegía la piel de los materiales más ásperos con los que estaban hechas las chaquetas y abrigos. Además, son fácilmente lavables, permitiendo usarlas asiduamente. 

Desde la Edad media hasta la invención del gemelo durante la edad moderna, las camisas de los hombres eran decoradas mediante la inclusión de volantes y cintas. Se adornaban así las partes visibles de las mismas, y era visto como un toque de distinción, por lo que era habitual llevarlas en eventos importantes. Pero no cumplían una función puramente estética, sino que también se usaban para mantener cerradas las aberturas de las mangas y el cuello, haciendo que la camisa se ciñera mejor al cuerpo.

Tras los volantes y las cintas, se empezaron a usar pequeñas cadenas en las mangas, pero su uso no se expandió a la mayoría de la población hasta el siglo XIX. Con la revolución industrial y la democratización de la moda, el gemelo se convirtió en una pieza al alcance de todo el mundo, popularizándose enormemente entre los cabaleros desde el principio del XIX, resultando casi imprescindible para cualquier ocasión. 

A comienzos del siglo XX, perdieron muchísima popularidad hasta el punto de casi desaparecer, pues su asociación con eventos importantes acabó por eliminarlo de la vida cotidiana. Fue en los años 80 cuando se rescató la figura del gemelo, siendo incluido en numerosos conjuntos por parte de diseñadores.